Asociación para el estudio de temas grupales, psicosociales e institucionales

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En busca de los grupos interno y externo, por Diego Vico Cano


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EN BUSCA DE LOS GRUPOS INTERNO Y EXTERNO [1]

Diego Vico Cano [2]

Un compañero endocrino, cuando sabe mi especialidad, me cuenta un chiste:

“Dos amigos se encuentran y uno le dice al otro que se va a casar pero tiene un problema: que se orina en la cama. El otro le recomienda que vaya al psicoanalista. Al cabo del tiempo se encuentran y este otro le pregunta qué tal le va. Le responde que fue buena idea lo de ir al psicoanalista: porque me sigo orinando, pero ya no me importa”.

Pichón estaba muy interesado en conseguir una forma de objetivar la subjetividad para investigarla mediante verificación y confrontación. Buscaba cómo pueden nutrirse el psicoanálisis y la psicología social.

Una parábola de Foster Wallace:

“Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria; el pez mayor los saludó con la cabeza y les dijo: Buenos días chicos. ¿Cómo está el agua? Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho; por fin, uno de ellos miró al otro y le dijo: ¿Qué demonios es el agua?”

La información que os voy a contar la he creado en relación totalmente determinada –vinculada- por esta situación o campo en su totalidad: curso de formación, docente, observadores, coordinadores del grupo, la institución APOP y el momento sociocultural que nos envuelve.

Tras el chiste y la parábola, que tienen su miga, os traigo algunas citas que entretienen un montón en relación a la tarea:

- Francisco Ayala: “Mostrando tu actitud ante un suceso, ya estás mostrando tu biografía sin querer”.

(Recordemos la comunicación en los grupos que toma dos vertientes: el relato histórico individual y la historia colectiva en el grupo).

- Bauleo: “Un grupo es una asamblea de objetos internos”

- Meltzer: Decía que sueños y fantasía inconsciente son sinónimos y pensó que la vida despierta consciente representaba el contenido manifiesto de un sueño.

- Levy-Strauss: “Nada es, pero para poder vivir hay que hacer como si las cosas tuvieran un sentido”

- Hinshelwood: El analista experimenta subjetivamente a su paciente, y la interacción de dos mundos subjetivos, intrapsíquicos, tiene que ser investigada siguiendo las complejidades de la relación de transferencia-contratransferencia. Esta forma de comunicación entre dos personas que intercambian experiencias subjetivas presenta aspectos de una complejidad extraordinaria, en la que hasta cierto punto han puesto orden el concepto de CONTENIMIENTO o Continente-Contenido y la comprensión de la comunicación no simbólica que se realiza por medio de identificación proyectiva.

- Pichon y su definición de grupo: Conjunto restringido (mayor posibilidad de tener representaciones mentales entre unos y otros) de personas ligadas por constantes espaciotemporales y articulado en su mutua representación interna, que se propone de forma implícita y explícita una tarea (Representación de uno mismo y la que tienen cada uno de los otros de mí. Cómo funciono en el grupo, la mayoría de las veces sin darme cuenta, para influir en los demás para que se organicen como yo los necesito. Qué papel desempeño para el uso de cada uno y los demás en su conjunto) que conforma su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles.

- Bion: “La concepción de Freud, según la cual el grupo familiar es el prototipo de base de los grupos, no es sin fundamento. Pienso que en la dinámica de grupo el lugar principal está ocupado por los mecanismos más primitivos: posición esquizoparanoide y depresiva”.

Desde esta perspectiva, Pichón considera al grupo en momento de pretarea funcionando en posición esquizoparanoide. Si está organizado en momento de tarea funciona predominantemente en posición depresiva.

- Winnicott, citado por Bauleo: “Con anterioridad a las relaciones de objeto el estado de cosas es el siguiente: la unidad no la constituye el individuo sino la organización ambiental-individual. El centro de gravedad no empieza en el individuo; se halla en la organización total”.

Ahora comienzo:

1. El intento de abordar la aparente dualidad (es unidad) de la interrelación entre ambos grupos (interno y externo) me ha supuesto un quebradero de cabeza monumental. Sentí cómo se resquebrajaba mi estructura ECRO en el intento de incorporar la teoría, a la que experimenté como un objeto externo malo colocado dentro de los ámbitos sociodinámico e institucional. Me refiero a una proyección de algo malo mío dentro de los ámbitos mencionados.

¿Qué he hecho para dar lugar a esto? ¿Dónde ha quedado la espiral dialéctica? La repuesta a estos interrogantes la contemplo desde dos direcciones: dentro y fuera. La expresión quebradero de cabeza es la comunicación explícita de una fantasía inconsciente que da cuenta de la relación de un sujeto con un objeto externo. Pero resulta que el objeto externo no es tan malo como lo vive el sujeto, sino que este posee un objeto interno que es la malvada idealización omnipotente que la proyecta hacia el exterior, grupo externo, que ahora sois vosotros. Mi proyección es tan violenta e invasiva que desfigura vuestra propia identidad e intencionalidad, y os supongo jueces implacables ante los que me siento aterrorizado; la teoría no sólo no me ayuda como defensa, sino que me ha generado un agrietamiento.

El obstáculo está servido: La relación entre las mentes atacada por la violencia del vínculo. Espiral dialéctica detenida expresada en repetición estereotipada. Hay ruido en la comunicación originado por el ataque al decodificador entre emisor y receptor. Si no tenemos ECROS adaptativos capaces de escucharse, el malentendido está asegurado como sucedería, por ejemplo, si esta comunicación la hiciese en un contexto impertinente ¿Cuánto tiempo y esfuerzo necesitamos hasta conseguir cierta complementariedad o alianza terapéutica entre las fantasías de enfermedad, tratamiento, curación, higiene y profilaxis del terapeuta y las del paciente o del grupo?

Otra fantasía consciente que me informó sobre la dificultad para organizar y diferenciar la información con la finalidad de comunicarme con vosotros fue expresada mediante la angustiosa sensación de encontrarme en las marismas de Sanlúcar, lugar intermedio, entre pantanoso y pleno de biodiversidad, desde las que no distingo cuándo y dónde el rio deja de ser rio para convertirse en océano o viceversa, según el lugar donde nos situemos.

Según voy calmando la angustia de la indefinición advierto que las marismas es el lugar adecuado donde estar y renuncio a la omnipotente idealización de conseguir la fascinante nitidez y claridad absoluta. Entonces intento jugar.

Sospecho que algún objeto interno estará acusándome de ser un incompetente por carecer de la llave maestra que abre incertidumbres y dudas, callejones sin salida, haciéndome creer, como un iluso, que no quedaría atrapado y saldría poderosamente libre.

No disponer de la llave maestra me está condenando a la miseria, me está hundiendo en el abismo: caída libre al caos.

Como veis, no salgo de una y se me activa otra.

El quebradero de cabeza, las marismas y la llave maestra me ofrecen noticias para que sepa sobre mi vínculo tirano, paranoide, omnipotente: todo o nada. Soy el objeto de mis fantasías omnipotentes. Me siento vivido por ellas. Estoy funcionando en posición esquizoparanoide.

En momentos, consigo una organización mental más avanzada (posición depresiva) dándome cuenta y renunciando al carácter omnipotente de la fantasía, reconociendo y aceptando el quebradero de cabeza, que mi localización en las marismas es el lugar pertinente para estar y que no existe la llave maestra. Estas renuncias me originan un descenso considerable de la angustia, de la violencia de los vínculos entre las representaciones de objetos internos y sus finalidades de control omnipotente sobre el objeto. Entonces supongo que existirán un montón de llaves como las de los serenos de la noche de aquéllos tiempos remotos en los que en la oscura y silenciosa madrugada, desde algún lugar, llegaba su voz que ofrecía compañía y calma ante la indefensa soledad en la que me encontraba. Ya no había omnipotencia que valga. Mis fantasías eran más realistas.

Ahora me siento mejor, organizado en una posición desde la que puedo pensar a qué aspiro:

- a ejercer cierto control sobre cómo y en qué pienso,

- a elegir a qué presto atención y cómo construyo el sentido a partir de mi experiencia según envuelta bajo el predominio de la pulsión de vida o de muerte (amor – odio).

- y si consigo envolverla cariñosamente es posible que la espiral dialéctica entre grupo interno y externo pueda expresarse.

2. Ya es el momento de la fantasía inconsciente con su material (los objetos internos): experiencias inconscientes, gente pequeña, liliputienses dentro que, relacionándose particularmente entre sí, crean un poblado, un grupo interno estructurado de tal forma que les permita convivir con un estilo marca de la casa que se mostrará hacia fuera (vínculo externo) dando noticias del vínculo interno, según el contexto sociocultural. En el vínculo van integrados los aspectos socio-histórico-culturales que suponen un elemento más de su estructura.

La fantasía inconsciente posee unas características que Susan Isaacs tuvo el acierto de esquematizar como sigue: 

  • Los instintos que provienen de la estimulación somática se representan mentalmente como fantasías inconscientes de relaciones con objetos.

(Ya están aquí los objetos internos, más los vínculos introyectados del grupo externo, siendo los más inmediatos el familiar).

  • Las fantasías inconscientes tienen una forma innata que involucra a un sujeto con un objeto al que atribuye o adjudica supuestas intenciones y una relación en la que el sujeto desea hacerle cosas al objeto basado en estas supuestas intenciones adjudicadas.
  • Hay ciertas discriminaciones innatas y primitivas: Una, que el objeto se encuentra dentro o fuera del sujeto. Otra, que las intenciones del objeto se perciban como malas o buenas hacia el sujeto.
  • Se distinguen diferentes objetos y relaciones según las sensaciones corporales que se despiertan (hambre y comer, la vejiga llena o vacía, etc.), y se combinan en clave bueno-malo, dentro-fuera.
  • Las fantasías inconscientes se experimentan en primera instancia como fantasías corporales, sensaciones, después como imágenes plásticas y representaciones dramáticas y finalmente en palabras.

A pesar del término fantasía inconsciente, el niño experimenta que los objetos son completamente reales y no como fantasías imaginadas. Su maldad es la que luego llamaremos terror y su bondad la experiencia que luego llamaremos felicidad.

Nosotros las podemos inferir mediante los síntomas psicóticos, los sueños, las fantasías conscientes de los niños pequeños y sobre la investigación del vínculo con la realidad exterior; es decir, también en los grupos e instituciones mediante la identificación de emergentes.

Una vez abordado el tema primordial de la fantasía inconsciente, tengo la placentera sensación de haber avanzado algo, aunque anda por ahí un sentimiento desconfiado en vista de las dificultades en las que me encontré y he optado por dejarme llevar colocándome en modo “asociación libre” y observar hacia dónde me llevaba la corriente y los remolinos - estereotipias - originados por los choques entre vínculos en mi interior con las más variopintas intencionalidades.

En momentos la teoría me originaba una violenta animadversión por el gran obstáculo que suponía para asimilarla, hacerla mía, incorporarla introyectándola. Para mí era un objeto externo con malas intenciones. No asumía el rol de madre buena que yo le adjudicaba. No me comprendía, me sentía abandonado y muy cerca de verle las orejas al lobo del terror.

Buena parte de la maldad que le atribuyo a la teoría está determinada por el contexto en donde la voy a utilizar, precisamente aquí para vosotros.

Esto es muy parecido a lo que originaremos a los pacientes si no podemos asumir la función que ellos necesitan en nosotros. Tal vez alguien precise que funcionemos como un objeto bueno, malo, homosexual, sádico, etc., y el terapeuta ha de darse cuenta y poder asumir esa función sin actuarla sino conteniéndola dentro durante un tiempo determinado.

En otros momentos sí me sentía comprendido por la teoría y se comportaba como una madre buena con la consiguiente sensación de plenitud y gratitud. Me ensanchaba tal como decía un paciente en el grupo: “Cuando aquí creo en mí, me ensancho. Creer en algo me ensancha”

Como veis, mi organización mental al relacionarme con la teoría para este contexto (objeto malo), está funcionando en posición esquizoparanoide:

-el sujeto es vivido por sus vivencias,

-el reino de la escisión, de la enajenación,

-omnipotente e impotente,

-envidioso,

-tomando la parte por el todo,

-evacuando el odio mediante Identificación proyectiva primitiva,

- mecanismos de defensa primitivos,

-egocéntrico hasta límites de narcisismo enfermizo

“Diego para poder escucharte necesito olvidarme de mí”, me revelaba un paciente.

Funcionando en este modo de organización de vivencias no se puede aprender. El sujeto no puede dar cuenta de ellas ni dar sentido a su experiencia. La espiral dialéctica se detiene, si es que comenzó, y aquí lo que se establece es un sistema cerrado entre antinomias, contradicciones, discordancias, etc. La comunicación está bloqueada.

Ahora recuerdo la ameba de Freud que va sacando y metiendo sus pseudópodos según le interesara el objeto para su satisfacción en una clara actitud egocéntrica. Me imagino que, en caso de no interesarle el objeto, lo trataría con indiferencia, ni siquiera desprecio puesto que no hay intención hacia él, sólo es un medio.

Se me ocurre colocarme como objeto con intención para atribuirle maldad a la ameba. Quiero ser sujeto de la vivencia, establecer un vínculo significativo con ella, pero me encuentro en peligro. Estoy perdido. Siento miedo por estar en manos de perseguidores.

Si la ameba-sujeto no me ofrece la oportunidad de ser significativo y que ella lo sea para mí, si me coloca en la indiferencia no tengo finalidad alguna y resulta bastante terrible.

Para aprender a pensar (adaptación activa a la realidad) el objeto ya no es sólo un medio sino la meta de la pulsión y por aquí se abre la puerta a la subjetividad. Es posible entender la personalidad como un proceso de socialización progresiva.

Otra pequeña historia didáctica de Foster Wallace:

“Hay dos tipos sentados juntos en un bar en los remotos páramos de Alaska. Uno de los tipos es religioso y el otro ateo, y están discutiendo sobre la existencia de Dios con esa intensidad especial que llega después de la cuarta cerveza.

Y el ateo dice: Mira, no es que no tenga razones de peso para no creer en Dios. No es que no haya experimentado nunca con todo eso de Dios y de rezar. El mes pasado, sin ir más lejos, me pilló en campo abierto aquella tormenta terrible de nieve y yo no podía ver nada y estaba completamente perdido y estábamos a diez bajo cero, así que lo hice, lo intenté: me puse de rodillas en la nieve y grité: “¡Dios, si existes, estoy perdido en esta tormenta de nieve y me voy a morir como no me ayudes!”.

Y ahora, en el bar, el tipo religioso mira al ateo, perplejo: Bueno, pues entonces debes de creer en Él –dice-. Al fin y al cabo, estás vivo para contarlo.

El ateo pone los ojos en blanco como si el religioso fuera corto de luces: No, tío, lo único que ocurrió es que por casualidad pasaron por allí un par de esquimales y me enseñaron cómo se volvía al campamento”.

Funcionando en forma de organizar vivencias en modo Posición Depresiva, nos servimos de la relación con el objeto y de este con nosotros mediante la función empática, comunicativa, de la Identificación Proyectiva no primitiva, evacuatoria.

Aquí es crucial el cambio del miedo a la preocupación. Los objetos ya no son puramente buenos o malos; es decir, la escisión va dejando paso a la integración originando una mezcla más realista en base a la progresiva internalización de un objeto bueno al que se suma y origina un estado interno de bienestar.

Hay preocupación por los objetos y nos hacemos menos egocéntricos. Ya sentimos temor por dañar a un objeto amado y los sentimientos son ambivalentes: el odio se transforma en remordimiento debido al propio amor:

  • Defensas predominantemente neuróticas
  • Fantasía más realista y adaptada a la realidad
  • Identidad es diferenciada y realista
  • Celos y competitividad
  • No hay omnipotencia, ni negación, ni escisión, ni identificación proyectiva evacuatoria, sí empática y comunicativa.

Estas posiciones, esquizoparanoide y depresiva, no son estables, se pasa de una a otra según predomine el amor o el odio en el contexto sociocultural aunque un predominio de la posición depresiva, tanto en intensidad como en duración, es preferible por saludable o más evolucionada.

Como veis estoy en la teoría de las relaciones de objeto, una teoría de relaciones inconscientes de objeto interno (intrapersonal) en interacción dinámica (espiral dialéctica) con las vivencias interpersonales concretas. Valiéndonos de ella es posible analizar los modos en que nos resistimos a alterar esas relaciones inconscientes al enfrentarnos con las vivencias concretas –grupo externo- mediante la observación del vínculo.

3. Internalización y Externalización. ¿Todo comienza dentro y luego fuera para volver adentro o comienza fuera para de inmediato dentro y de nuevo hacia fuera? Esta espiral toma una ruta interna de relación con los objetos internos y otra externa que podemos investigar mediante la observación de la conducta hacia el grupo externo como expresión del vínculo interno interactuando en la realidad exterior o grupo externo. El sujeto comunica una parte de su crónica interna de una forma determinada según sea activada por el medio o contexto socio-histórico- cultural donde se encuentre y según predomine la pulsión de vida o de muerte.

Ya ando un poco mareado entre tanto dentro y fuera, interno y externo. Creo que es el momento de señalar que estas experiencias, según se ubique el objeto dentro o fuera de uno, se explican en virtud de Internalización y Externalización.

En general, bajo el término Internalización englobamos todas las formas de “asimilación”: identificación, incorporación, introyección.

En dirección opuesta, Externalización remite a Proyección, diferenciación, transferencia, depositación en el mundo exterior.

Los traigo no sólo porque parece que todo se cuece en términos de ellos y la poderosa Identificación Proyectiva, sino por hacerme una idea de cuál es antes y explicarme cómo comienza la vida del sujeto empujado por la necesidad de salir de las marismas.

Pero también hay atribución de intencionalidad: buena o mala según qué atmósfera predomine en la interrelación, si de amor (buena) o de odio (malo).

4. La compleja función de adjudicar y asumir roles sucede en virtud de los vínculos que predominan en la Identificación proyectiva.

El sistema cerrado de la identificación proyectiva evacuadora no permite una adecuada diferenciación tanto entre su grupo interno como de este con el exterior. El grupo interno invade el externo. Todo es demasiado significativo, no solo en cantidad sino en intensidad y duración. Tanto es así que es posible alterar la relación con la realidad. Los psicóticos atribuyen intencionalidad a objetos inanimados, por ejemplo.

Bion conceptualizó de nuevo el ataque a uno mismo como un ataque dirigido a la capacidad para establecer vínculos dentro de la mente, tales como poner dos y dos juntos o vínculos entre una mente y otra o con la realidad mediante el aparato de percepción.

El tartamudeo (ejemplo en un caso clínico) lo observaba como un proceso en el que el paciente ataca y desorganiza sus propias palabras. Es una manera de atacar el vínculo entre sus propias palabras y ataca las propias palabras como medio de comunicación y vínculo con otra persona.

La forma de comunicación de los esquizofrénicos con el terapeuta es muy peculiar. Tiene una doble cualidad: mientras una parte del paciente (la parte psicótica) destruye su mundo de significado y busca reconstruirlo conforme a ilusiones locas, la otra parte (que permanece no-psicótica) busca un nexo con el terapeuta a pesar de la fragmentación y de los ataque paralizantes e inconexos.

Atención a estos pacientes cuando dicen “esto no es nada” o “ni idea” o, después de la sesión a modo de conclusión, dicen: “Entonces, ¿qué es lo que me pasa?”. Porque estas sorprendentes expresiones pueden representar las brechas, el vacío, las ausencias de algunas funciones del yo (como la vista o el significado) que se habían quitado (escindido), aniquilado, mediante expulsión anal.

Bion elaboró una teoría del desarrollo de la mente con dos caminos divergentes. Por un camino, la mente se desarrolla como un “aparato” para tener y contener pensamientos. Por el otro, se desarrolla como un aparato para evacuarlos funcionando como un músculo que expulsa pensamientos. Esta última es la problemática del psicótico: ha perdido tantas partes de su mente evacuándolas con sus experiencias rechazadas (sus vínculos), que él o ella son incapaces de tener una actividad mental continuada. Este proceso entorpece seriamente el proceso de recuperación de sí mismo, hasta el extremo de que el significado es “que no tenia significado”. Es el resultado final de una destrucción de la capacidad de generar significado.

Bion habló también de otra forma de identificación proyectiva más evolucionada.

Pone un ejemplo:

… la situación analítica amontonaba en mi mente una sensación de estar presenciando una escena extremadamente temprana. Sentía que el paciente había presenciado en su infancia a una madre que respondía obedientemente a sus exhibiciones emocionales. La respuesta obediente contenía un elemento de impaciencia “No sé lo que le pasa al niño”.

Este ejemplo nos invita a pensar en una madre que no es capaz de comprender el estado de su bebé. Pensemos cómo experimenta el bebé de esa madre:

“mi deducción fue que para entender lo que el niño quería, la madre debería haber tratado sus gritos como algo más que una exigencia de su presencia. Desde el punto de vista del niño, ella debería haberle cogido en brazos y así sentir el miedo de que el niño estuviera muriéndose”.

De esto podemos concluir que la madre es una persona necesaria para que el bebé pueda introyectar y conocer la parte proyectada en ella de sí mismo.

Como digo esta es la función comunicativa de la identificación proyectiva, que de esta forma sirve no sólo como defensa.

La identificación proyectiva no es simplemente un proceso en donde la madre (como objeto de una identificación proyectiva) “metaboliza” vivencias para el bebé (proyector) y luego se las devuelve en una forma que pueda utilizar. Esta explicación se queda corta por cuanto supone que la receptividad del bebé sigue inalterada durante el proceso. Sin un cambio por parte del bebé en la forma de vivenciar sus percepciones, no estará nunca en condiciones de modificar sus expectativas incluso aunque su proyección haya sido modificada por la madre y puesta a su disposición mediante sus cuidados llenos de empatía. Creo que en el movimiento inicial del bebé para salir del sistema cerrado de su mundo interno interviene una forma de actividad psicológica “cualitativamente” diferente de la concepción “metabolizadora” o “elaboradora” del papel de la madre, ya que en la identificación proyectiva la entidad madre-bebé crea el potencial para determinada calidad de vivencias. Esta entidad madre-bebé, cuando se logra la identificación proyectiva, es una entidad mayor que cada uno de los individuos separados, capaz de crear una calidad de ser que ninguno de los individuos por sí solos podrían haber logrado.

Este es el concepto de Bion de continente-contenido. La contención lleva consigo no solo una alteración de lo proyectado, sino también una alteración del proyector en el proceso de crear el tipo de vínculo emocional que requiere la identificación proyectiva.

Estas ideas están bastante relacionadas con la contratransferencia.

Me paro. Bloqueo de nuevo. Espero alguna ocurrencia que abra el camino a la libre asociación. Hace falta fe.

La clínica y el paso del manicomio al hospital de día, o el paso del pensar literal al pensar simbólico. La necesidad de un esquema de referencia para poder pensar, imaginar, crear un espacio para el desarrollo.

¿Para qué reunir tantas personas al mismo tiempo? La solidaridad como pegamento en los grupos. La convivencia terapéutica: no repetir el círculo vicioso, cerrado, en el que están prisioneros como enfermos emergentes y portavoces de la enfermedad familiar.

En mi práctica diaria he observado que el grupo o el pensamiento grupal es el instrumento central, como una rotonda, desde el que puedo pensar, hacer conjeturas, hipótesis y suposiciones sobre el paciente.

Como dice Rouchy cuando observa el paso de lo intrapsíquico a lo psicosocial, de la identificación a la identidad:

“El grupo en su función de espacio transicional, es un campo de experiencia intermediario entre la vida interior y la realidad exterior, en cuyo seno se opera la metabolización de la realidad del adentro y el afuera”.

Paso de lo intrapsíquico a lo psicosocial: El paciente J. A., y yo estuvimos trabajando cuatro años en sesión individual semanal durante los cuales no pudo compartir, ni siquiera estar en ningún espacio, digamos público, del hospital de día. Acudía a nuestro encuentro, a su catedral, como él lo llamaba, con una constancia extraordinaria. Para venir salía de su sótano y volvía a él. El paso se puede entender como de catedral a catedral o de sótano a sótano. Paulatinamente tomó decisiones importantes, se casó, se embarcó en un crucero, tuvo un hijo y llegó el momento en que lo invité de forma determinante a despedirnos de la catedral y el sótano para pasar al grupo psicoterapéutico. Al cabo de tres años de grupo, el cambio fue impresionante para bien. Conté con su fe en nuestra relación y el apoyo de mi compañera que se hizo cargo de las revisiones clínicas. Era un paciente grave.

Siguiendo con la “asociación libre”, fui a parar a ¿Qué es antes? Y también, ¿Por qué no invertir el orden de cómo lo estaba pensando? Es decir, pensarlo de fuera a dentro. En psicoterapia individual pienso de dentro del paciente a fuera. En el grupo pienso de fuera a dentro.

¿Qué es antes?

El recién nacido aparece en el escenario exterior ya completo con unas partes más desarrolladas y otras en estado potencial listas para ir desarrollándose como, por ejemplo, la secuencia de pensar con sensaciones, de ahí con imágenes plásticas y, por último, con palabras.

El recién nacido no existe por deseo propio. Existe por otros. Dice Kaes:

“El sujeto de la herencia está dividido entre una doble necesidad “de ser para sí mismo su propia finitud” y de “ser un eslabón de una cadena a la que está sujeto sin participación de su voluntad” pero a la cual debe servir y de la cual puede obtener beneficios.

Llegamos al mundo merced a más de un sexo, lo que determina nuestra prehistoria. Cada uno de nosotros, como antes de nacer, es el resultado de un conjunto intersubjetivo en el cual los progenitores nos tienen y entretienen como si fuéramos los encargados de sus “sueños de deseos irrealizables”, de sus presiones, renunciamientos y frustraciones en la malla de sus discursos, de sus fantasías y de sus historias”.

La familia nos recibe en posición esquizoparanoide y esta también será nuestra primera organización mental de recién nacidos tras el caos inicial.

En el origen del mundo se halla el Caos: vacío indiferenciado, bienestar de fondo, sin dirección, nada obstaculiza los movimientos del cuerpo que cae.

Los fenómenos de indiferencia, de simbiosis o de unidad primordial, lo que Freud llamó momento anobjetal, como lugar de no jerarquía, sin dimensiones del espacio-tiempo. Situaciones en las que el RITMO será un primer organizador.

Parecería que lo amorfo fuese la situación primordial; lo rítmico posibilitaría una pausación originaria; los colores teñirían los movimientos de presencia y ausencia, del tic-tac, o de sombra y luz, los cuales poco a poco se demarcarían y adquirirían forma.

Dice Bion:

El sistema protomental, que considero como un sistema donde lo físico y lo mental (psicológico) se hallan indiferenciados, es una matriz de la que surgen los fenómenos que en un principio (a la luz de la investigación psicológica: confrontación y verificación en la realidad exterior, diría Pichón) parecen ser sentimientos discontinuos sólo muy ligeramente asociados entre sí. Es de esta matriz de donde parten las emociones propias del supuesto básico que refuerzan, invaden y, en ocasiones, dominan la vida mental del grupo.

Dado que en este nivel lo físico y lo mental están indiferenciados, se deduce que cuando se presenta un desorden de este origen puede manifestarse tanto en formas físicas como psicológicas… en mi opinión, continua Bion, la esfera de los acontecimientos protomentales no puede ser entendida con referencia al individuo aislado y el campo inteligible para el estudio de la dinámica de tales acontecimientos es el de los individuos reunidos en grupo.

Resumiendo: los fenómenos protomentales son una función del grupo y, en consecuencia, deben ser estudiados en el grupo.

Pero ¿cómo se va diferenciando lo interno intrapersonal de lo externo intersubjetivo?

Parece que es necesario vaya predominando el amor sobre el odio, lo objetos buenos sobre lo malos, la pulsión de vida sobre la de muerte.

Ogden explica que en la concepción winnicottiana del desarrollo, hay que hacer sitio psicológicamente para EL DESCUBRIMIENTO DEL OBJETO EXTERNO.

Winnicott afirma que es la destrucción del objeto por el bebé (al mismo tiempo que la madre sobrevive a la destrucción) lo que permite que el bebé descubra la externalidad; es decir, la renuncia del bebé a la omnipotencia del objeto interno requiere un acto de fe decisivo.

El acto de fe que se produce al renunciar (destruir) al objeto interno es un acto de confianza en la presencia (todavía invisible, indistinguible) de la madre-objeto-externo. Resulta por tanto crucial que la madre real y separada esté allí (para recoger al bebé) cuando éste se halle en el proceso de hacerle sitio y de reconocerla mediante su acto de renuncia al destruir a la madre-objeto interno omnipotente:

“El sujeto dice al objeto (el objeto interno): “Te he destruido” y el objeto (la madre-objeto externo) está allí para recibir la comunicación. De ahora en adelante el sujeto dice, “¡Hola objeto!” “Te he destruido”. “Te quiero”, “tienes valor para mí porque has sobrevivido a mi acto de destrucción. Al mismo tiempo que te amo (la madre- real –en- el mundo, fuera de la omnipotencia del bebé), estoy destruyéndote (la madre-objeto-interno omnipotente) en (fantasía inconsciente)… Ahora el sujeto puede utilizar el objeto (externo) que ha sobrevivido”. (Winnicott, 1968)

Añade Ogden que en este momento puede hacerse uso por primera vez del objeto externo, porque el objeto que se reconoce y con el que se actúa recíprocamente es un objeto-en-el-mundo, fuera de uno mismo.

Viñetas:

  • Una persona atrapada por una depositación invasiva:

se siente aislada y enajenada tanto en un subgrupo interno como en el grupo externo familiar porque los variados miembros le van confesando secretos sobre las incomunicables maldades que piensan unos de otros.

  • Un grupo:

Cuando reconocen no tener llave maestra el grupo siente decepción e impotencia e inhibe la comunicación verbal. El paciente que precisa la llave maestra expresa que están callados porque sí la tienen pero no se la quieren dar y ese es el motivo del silencio.

Valora la indiferencia como defensa ideal (somos robots llenos de obligaciones (depositación de rol). Está bien tener deseo pero crea frustración. Pero, me pregunto yo, ¿El deseo lo vive como propio o es un deseo obligado (eso no es deseo) por depositación de su grupo familiar?.

  • Otro grupo:

Se han quedado con la idea que sus padres tienen de ellos que dista mucho de la representación que tienen de ellos mismos. Expresan: “Se creen saber todo de los hijos y ni por ahí cerca. Los problemas son de ellos, no nuestros”. (Si pudieran abrir la espiral dialéctica, creo que podrían modificar al grupo externo y éste a ellos).

Y continúan: “Si abrieran los ojos (la familia) mejorarían muchísimo nuestros problemas”. Por supuesto, si también abrieran bien los ojos ellos.

¿Cómo se verifica y confronta esta información? ¿Cómo se pone en marcha la espiral dialéctica? Están organizados mentalmente en posición esquizoparanoide y, como víctimas, hay que tener cuidado de no establecer una alianza con ellos. Hay que conducirlos a que se sientan sujetos de su vida y no objetos de otros. Tarea principal la introyección de sus proyecciones y la modificación de ellos como receptores de la introyección.

“Estoy mala si ella lo dice, me como lo que ella me ponga, mi vida es como ella diga que es”. “Me estoy muriendo de dolor y me dice qué guapa estás”. Fracaso en la función de contención. Juicio de realidad intacto. 38 años.

  • Otro grupo:

Por más que cada uno se va quejando de estar hundido y que no vale para nada, yo percibo que el grupo tenga la autoestima baja; por si acaso, les pregunto si el grupo, en ese momento, puede llamarse grupo de baja autoestima. De inmediato, un integrante responde: “No; cada uno tenemos la autoestima baja, pero el grupo no tiene baja la autoestima”.

BIBLIOGRAFÍA ORIENTATIVA y tantos otros autores y libros que hacen su trabajo en el submundo:

Bion, W.R. (1997). Volviendo a pensar. Buenos Aires. Hormé

  • (1977). Experiencias en grupos. Buenos Aires. Paidós.
  • (1975). Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires. Paidós.

Bauleo, A. (1977). Psicoanálisis y grupalidad. Buenos Aires. Paidós.

Foster Wallace, D. (2014). Esto es agua. Barcelona. Random House.

Hinshelwood, R. D. (1999). Clínica Kleiniana. Valencia. Promolibro.

                   -   (1992). Diccionario del pensamiento kleiniano. Amorrortu.

Klein, M. (1974). Obras completas. Buenos Aires. Hormé.

Ogden, T. (1989). La matriz de la mente. Madrid. Tecnipublicaciones.

Pichon- Rivière, E. (1987). El proceso grupal. Buenos Aires. Nueva Visión.

Vico, D. (2006). Pero… ¿De qué se trata? Área 3. Cuadernos de temas grupales e institucionales, número especial 1. Congreso internacional. www.area3.org.es

Winnicott, D. W. (1979). Escritos de Psiquiatría y Psicoanálisis. Barcelona. Laia

  • (1972). Juego y realidad. Buenos Aires. Granica.
  • (1975). El proceso de maduración en el niño. Barcelona. Laia.      

 

[1] Información dictada para Curso de Formación de APOP en Sevilla. Mayo 2015.

[2] Psiquiatra. Coordinador de la Unidad de Docencia y Psicoterapia “José María López Sánchez” del Hospital de Día de Salud Mental. Complejo Hospitalario Universitario Granada. SAS. Miembro de Área 3. Asociación para el estudio de Temas Grupales, Psicosociales e Institucionales.

 

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